sábado, 21 de julio de 2007

UNA VOZ DE ESPERANZA EN EL IXCÁN


Estamos comenzando con esta página para darnos a conocer como colectivo que quiere mostrar su rostro y dar a conocer su voz en esta región del Ixcán, en Guatemala. Somos una radio al servicio de las comunidades multiétnicas de nuestra región pastoral en la diócesis de El Quiché.

Transmitimos en 90.7 de la banda FM queriendo hacer eco de la voz de nuestras comunidades que buscan el desarrollo a la luz del evangelio. Somos una radio de la Iglesia Católica que tiene una historia de fe y de lucha a sus espaldas. Somos una Iglesia que ha caminado por estas selvas en busca de una nueva tierra donde abunde la paz, la justicia y el bienestar para todos. Por eso al presentarnos como equipo de esta radio, queremos compartir nuestro caminar como Iglesia, porque desde ahí explicamos nuestra razón de ser.

1. SOMOS UNA IGLESIA QUE SURGE DE LA FE

“No teníamos tierra y los padres Maryknoll la buscaron para nosotros. Actuamos por fe”. Tuvimos confianza en la llamada. “Se dialogó en la capital y en Huehue y después nos vamos viniendo a Ixcán por grupos. Parecido a las primeras comunidades. Por la fe se formaron estas cooperativas”. La fe no es sólo aceptar una doctrina sino tener confianza en algo o en alguien y ponerse en camino, actuar movidos por esa confianza. La fe que vivimos en tierra fría era confianza en Dios y en la palabra de la Iglesia (“…hay una tierra en Ixcán…!). No conocíamos esa tierra, pero confiamos en la Iglesia, ella nos preparó y nos pusimos en camino. Esa fe católica llegó con nosotros a Ixcán, a los Centros y también a los Valles y la Nueva Comunidad, pues a esas comunidades les pusimos el nombre de nuestra Virgen Candelaria: “Valle Candelaria” y “Santa María Candelaria”.

El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el Pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y poner a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, ha recibido de su Fundador. Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre quien será el objeto central de las explicaciones que van a seguir. Concilio Vaticano II. Gaudium et Spes,3

2. SOMOS UNA IGLESIA PEREGRINA

Somos cristianos siempre en camino: caminamos de tierra fría a Ixcán en los años 60 y 70, a México o bajo la montaña en los años 80. Caminamos desde el primer retorno (1993) para volver a nuestra tierra, y nuestros hijos siguen caminando en la emigración a Cancún o al Norte. Igual que los ríos de Ixcán, sus aguas vienen de tierra fría y se van hacia el Norte, uniéndose al mar en Ciudad del carmen. Somos un pueblo que camina buscando la vida.

"La Iglesia peregrinante es, por naturaleza, misionera, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre" (AG 2). La evangelización es su razón de ser; existe para evangelizar (cf. EN 15). Para América Latina, providencialmente animada con un nuevo ardor evangélico, ha llegado la hora de llevar su fe a los pueblos que aún no conocen a Cristo, en la certeza confiada de que "la fe se fortalece dándola" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 28). Documento Santo Domingo. 12.12

3. SOMOS UNA IGLESIA QUE CONVOCA Y REUNE

A la llamada de la Iglesia a colonizar Ixcán respondimos de diversos pueblos, de distintas culturas, diferentes idiomas. Fuimos convocados y de muchos pueblos formamos uno solo. Así estamos reunidos ladinos y mayas, q’anjob’ales y mames, y de otras etnias, municipios y departamentos diferentes, formando un solo pueblo de Dios.

La Iglesia, en su tarea evangelizadora, procede con fino y laborioso discernimiento. Por sus propios principios del Evangelio, mira con satisfacción los impulsos de la humanidad hacia la integración y la comunión universal. En virtud de su misión específica, se siente enviada, no para destruir sino para ayudar a las culturas a consolidarse en su propio ser e identidad, convocando a los hombres de todas las razas y pueblos a reunirse, por la fe, bajo Cristo, en el mismo y único Pueblo de Dios. Documento de Puebla, 425

4. SOMOS UNA IGLESIA DE LOS POBRES

“En principio sólo personas pobres llegaron en ese tiempo, no se permitió llegar a gente de dinero”. Por la pobreza es que llegamos a Ixcán, por la necesidad de tierra. No había finqueros entre nosotros, ni gente de dinero, sino gente trabajadora, que habían tenido que trabajar en las fincas de la costa sur, o padecer necesidad, enfermedad y falta de maíz en la tierra fría. Éramos pobres en tierra fría, éramos pobres en las CPR, éramos pobres en el los refugios y por nuestra pobreza seguimos migrando.

La opción preferencial por los pobres tiene como objetivo el anuncio de Cristo Salvador que los iluminará sobre su dignidad, los ayudará en sus esfuerzos de liberación de todas sus carencias y los llevará a la comunión con el Padre y los hermanos, mediante la vivencia de la pobreza evangélica. "Jesucristo vino a compartir nuestra condición humana con sus sufrimientos, sus dificultades, su muerte. Antes de transformar la existencia cotidiana, El supo hablar al corazón de los pobres, liberarlos del pecado, abrir sus ojos a un horizonte de luz y colmarlos de alegría y esperanza. Lo mismo hace hoy Jesucristo. Está presente en vuestras Iglesias, en vuestras familias, en vuestros corazones (Juan Pablo II, Alocución obreros Monterrey 8. AAS LXXI, p. 244). Documento de Puebla, 1153

5. SOMOS UNA IGLESIA DE LAICOS

“En 1995 estuvimos mantenidos sacramentalmente por las visitas de diferentes sacerdotes de la diócesis de Quiché y experimentamos la fuerza de la Iglesia de los laicos y las laicas, porque nosotros mismos mantuvimos la pastoral parroquial”. Desde tierra fría, los trabajos de la Iglesia descansan sobre la Junta de Catequistas. Con su entrega y compromiso hacen que la Iglesia siempre esté viva entre nosotros. Y cuando no hubo sacerdotes en Ixcán, siempre había Iglesia y buscábamos la Eucaristía y a los catequistas.

Recordemos, una vez más, las características del momento actual de nuestros pueblos en el orden social: desde el punto de vista objetivo, una situación de subdesarrollo, delatada por fenómenos masivos de marginalidad, alienación y pobreza, y condicionada, en última instancia, por estructuras de dependencia económica, política y cultural con respecto a las metrópolis industrializadas que detentan el monopolio de la tecnología y de la ciencia Desde el punto de vista subjetivo, la toma de conciencia de esta misma situación, que provoca en amplios sectores de la población latinoamericana actitudes de protesta y aspiraciones de liberación, desarrollo y justicia social. Esta compleja realidad sitúa históricamente a los laicos latinoamericanos ante el desafío de un compromiso liberador y humanizante. Documento de Medellínp2<1-2>.

6. SOMOS UNA IGLESIA QUE LUCHA POR EL DESARROLLO Y LA JUSTICIA

La Iglesia nunca se quedó sólo en hablar de las cosas del cielo. El pan de cada día de los pobres fue necesario buscarlo por medio de la compra de la tierra, de formar cooperativas, escuelas y clínicas (años 60-70). Y en las CPR y en el refugio conocimos una Iglesia que defiende los Derechos Humanos y que trabaja por la justicia y la paz. En estos años, a través del trabajo de reconciliación y la Pastoral Social, la Iglesia sigue trabajando por el desarrollo para todos, no sólo para unos pocos aprovechados.

La paz es, finalmente, fruto del amor, expresión de una real fraternidad entre los hombres: fraternidad aportada por Cristo, Príncipe de la Paz, al reconciliar a todos los hombres con el Padre. La solidaridad humana no puede realizarse verdaderamente sino en Cristo quien da la Paz que el mundo no puede dar. El amor es el alma de la justicia. El cristiano que trabaja por la justicia social debe cultivar siempre la paz y el amor en su corazón. La paz con Dios es el fundamento último de la paz interior y de la paz social. Por lo mismo, allí donde dicha la paz social no existe; allí donde se encuentran injustas desigualdades sociales, políticas, económicas y culturales, hay un rechazo del don de la paz del Señor; más aún, un rechazo del Señor mismo Documento de Medellín 14c<20-22>.

7. SOMOS UNA IGLESIA MARTIR

“En Ixcán, el área que más sufrió la represión y la política de tierra arrasada fue la colonizada o promovida por la Iglesia. Para mí, fue un claro intento de destruir lo que allí estaba haciendo la Iglesia”. No sólo los sacerdotes que fueron perseguidos (Carlos Stetter) o martirizados (Guillermo Woods, José María Gran…), sino sobre todo, los catequistas y laicos que padecieron la persecución y la guerra, los niños que se enfermaron bajo la montaña, los hombres y mujeres que quedaron con miedo y angustias… Pero un martirio que da fuerza a nuestra Iglesia para seguir esa luz, para seguir ese camino por el que queremos buscar la vida, una vida para todos los hijos de Dios.

En este V Centenario queremos agradecer a los innumerables misioneros, agentes de pastoral y laicos anónimos, muchos de los cuales han actuado en el silencio, y especialmente a quienes han llegado hasta el testimonio de la sangre por amor de Jesús. (Documento de Santo Domingo 21,21)